Tarzaán

Alejandro Villalobos

Crítica

Diversas discusiones se han desarrollado en el pasado cercano sobre la idea de que algunos temas y géneros clásicos de la historia de la pintura occidental, como el retrato, el bodegón y en especial el paisaje, permanecen inertes y están destinados a convertirse en prácticas en desuso, frente a la producción de la actual generación de artistas audio- visuales/multimedia.

Sin embargo, gracias al tesón y compromiso de artistas como es el caso de Alejandro Villalobos, “Tarzaárí’ para los amigos (Costa Rica, 1962), que con trabajo profesional y muy claros ideales de renovación y fortalecimiento de los mal llamados medios convencionales, géneros como el paisaje, han experimentado un gran dinamismo que nos hace pensar en el oficio del pintor de una manera contemporánea y con extraordinaria vigencia.

Las obras que conforman FLUXUS, la más reciente serie de trabajos desarrolladas por Villalobos, representan el último estadio de más de doce años de investigación pictórica. Desde finales de los años ochenta, pero en especial desde la muestra de 1991 *Reflexiones sobre el paisaje ” que se mostró en la ahora desaparecida Galería García Monge y hasta “Paisaje herido”, exposición del 2010 en las salas de la Galería 11-12, Villalobos nos lleva de la mano en un fructífero viaje que va desde el tratamiento temático más general, al acercamiento íntimo de su visión sobre el objeto/sujeto de análisis: el paisaje pictórico.

FLUXUS es el producto de la acuciosa y crítica mirada de un artista maduro: se trata del paisaje dispuesto bajo el microscopio.

La generalidad del horizonte y las visiones amplias del bosque han dado paso a los colores y texturas del musgo sobre la corteza de un árbol o tan sólo se trata dé la interpretación de las sensaciones que experimenta un ser humano dispuesto frente a un ambiente natural.

El espacio de la vida “real", para Villalobos, también pertenece al mundo de los hechos plásticos, es donde arte y vida se entremezclan en el rectángulo de la obra de arte. El ser humano y su cotidianidad, son puentes y casi excusas para tratar el tema de la pintura.

El deseo de experimentación con los materiales, parte de su formación base como grabador. Sus obras pictóricas son experimentos de procesos en donde se mezclan técnicas como la monotipia, la pintura y el grabado. Sus pinturas no son productos absolutamente terminados, se trata de procesos o modos permanentes de descubrir constantemente la riqueza de la materialidad.

El deseo de ruptura que Villalobos experimenta ante cualquier posibilidad de interpretación narrativa o literal en sus obras, provoca que el tratamiento de la materia desenvuelva una cierta autonomía sobre el propio tema.

El tiempo, en su proceso de trabajo, juega un papel trascendental.

Al terminar una obra, podemos afirmar que se trata de un cuadro, pero simultáneamente es otro, o la posibilidad truncada de muchos otros.

Las obras, sometidas a largos o lentos procesos de transformación pictórica, que cambian conforme avanza la pintura; pues así como inicia, no siempre termina. Por lo que podemos afirmar que en FLUXUS el proceso es tan importante como el producto final.

El artista retoma de manera reiterada el mismo motivo y lo reinterpreta con diferentes colores, soportes y materiales, con la virtud de lograr que las obras resultantes presenten entre ellas autenticidad y autonomía, pero también coherencia como conjunto.

Las pinturas en FLUXUS se trabajan a partir de pigmentos industriales, resinas, polímeros, asfaltos y barnices.

Los colores puros, las reacciones de las entremezclas, las viscosidades, dan como resultado obras pictóricas de volúmenes visuales y táctiles, así como de acabados vidriosos. Son pinturas en donde se explotan al máximo sus posibilidades matéricas y visuales, dando como resultado también pinturas de paisaje con sugerentes interpretaciones temáticas.