Tarzaán

Alejandro Villalobos

Crítica

Figura , Pintura

Los ángeles de Tarzaán

Por Lineth O. Del Cid T. | Noviembre 1999

A este pintor costarricense nadie le puede negar que su convivencia diaria la plasma en su arte.

Los cuadros que colgaban en las paredes de la galería Mateo Sariel transmiten sensaciones de momentos lúdicos con realidades cotidianas, escenas de angelitos con sonrisas picaras y niños de rostros sanos y amados.

Con una gran sonrisa declara formalmente que son sus hijos, Daniel, Ariadna, los "angelitos" quienes le sirvieron de modelos, o más bien, él, el pintor Alejandro Tarzaán Villalobos, se adueñó de escenas de la nada cansada tarea de verlos jugar, jugar y jugar.

En esta galería expuso su primera exposición en Panamá. Una exhibición titulada Otros seres, otras realidades, compuesta por 10 cuadres escogidos de entre 22 muestras, lo que representa el más reciente año de trabajo de una carrera de 22 años dedicados a la pintura. Recuerda que mientras sus amigos del barrio jugaban al fútbol, él se quedaba en casa dibujando y reproduciendo lo que veía en libros y enciclopedias.

Fueron los años que buscaba entre rayas, círculos y colores la inspiración novedosa constantemente y, por ello, su padre le recomendó, cuando éi tenía 15 años, que ingresara a la Casa del Artista, lugar con enseñanza gratuita nocturna para niños y adultos. "Ahí fue el arranque, ahí empecé. Fue el año de 1977", afirma.

Recibió una beca para realizar estudios en el Colegio de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de Centroamérica. Luego pasó a la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Costa Rica, donde obtuvo el título de bachiller en artes plásticas con énfasis en grabado en metal en 1993. "Luego de un curso, en 1990, en Printmaking Workshop, en Nueva York, ejerzo la docencia. Lo que más flexible me queda para mi horario artístico es la enseñanza. Me he centrado ahí; la mitad del tiempo trabajo en docencia y la otra mitad, bueno, un poco más de la mitad, lo dedico a mi trabajo artístico". Actualmente labora como profesor en la Universidad del Diseño, en San José, Costa Rica.

-¿Qué es la inspiración?
-La inspiración es algo así como mucho trabajo y un poquito de… momentos por llamarlo de alguna manera. Ha veces he sufrido porque he tenido que entrar a trabajar a la siete de la mañana y son las 5:30 a.m. y estoy levantado para prepararme; entonces un cuadro me llama para que lo trabaje, pero tengo que bañarme, desayunar e irme. La inspiración es mucho trabajo, mucha dedicación y una dosis obvia de talento, que llega en un momento específico en que uno pueda hacer uso de todo ello. Asegura que tiene periodos en que no trabaja nada y es en ellos cuando se nutre de imágenes viendo revistas, películas y "televisión con mis dos hijos y los veo mucho a ellos. Realmente son mi punto de partida para los trabajos que hago recientemente en la temática de los ángeles y personajes".

Para Villalobos la pintura, el arte, es un juego, “El arte que yo hago es un juego y si no hay diversión no hay trabajo", enfatiza. "Debo estar divirtiéndome con lo que hago.Muchas veces hay situaciones encubiertas detrás de las obras, no son tan inocentes como ahí aparentan. Incluso en las imágenes de niños y ángeles.. Siempre hay una pequeña dosis de humor, de burla, una especie de reto para el espectador que lo cuestiona. “Venga, descubra, encuéntreme la verdad".

-¿Cómo la bombita para desinflar al niño? [observamos el cuadro El traje volador].
-Exactamente. O bien, pensar que para inflarlo tuvo que soplarlo precisamente en el sitio donde está boquilla. Hay un doble juego. El dato es que pocas personas lo ven con esa profundidad. En este último año, Villalobos ha puesto en práctica una teoría, que le ha salido, según sus palabras, muy bien. Ha trabajado en dos o tres líneas paralelas que se diferencian tanto "entre sí que parecen (obras) de tres artistas. Lo he puesto en práctica con esta exposición Otros seres, otras realidades, y la más reciente en Costa Rica, trabajada sobre paisajes, un paisaje de investigación, con cielos tormentosos, de lluvia, con humedad y metidos en caja de acrílicos, en urnas, para guardarlos en el tiempo. No hay relación directa entre una exposición y otra, si acaso en la parte técnica. Son puntos de investigación que al artista le interesa en ese momento desarrollar y yo me considero, en ese sentido, un investigador”.