Tarzaán

Alejandro Villalobos

Crítica

Alejandro Villalobos , Pintura

La abstracción se apropia del cielo, el agua y los reflejos

Por Arturo Pardo V. | Junio 2012

Los paisajes han sido una constante en la obra de Alejandro Villalobos Cabezas. Por ellos ha paseado en diferentes momentos a lo largo de sus 35 años de carrera artística.

Después de transitar por otros rumbos y dejarlos de lado por un importante periodo, los retomó hace más de una década; sin embargo, no fue hasta ahora que se aventuró a llevarlos a la abstracción, en su exposición individual Fluxus.

Las 38 obras que conforman esta muestra que se expone en el Museo Calderón Guardia son producto de su acercamiento a la naturaleza y de cómo la percibe con sus cinco sentidos.

A lo largo del tiempo, su forma de ver su entorno ha cambiado y madurado.

Villalobos confiesa que la experiencia le ha permitido deshacerse de las referencias figurativas y permitirse una mayor libertad a la hora de interpretar los elementos presentes en la naturaleza.

Con esto como misión, centró su trabajo en hacer sugestiones de nubes, de la flora, el fluir del agua o los reflejos que se producen en charcos y pozas.

"La obra de arte debe cargar una dosis de misterio sin mostrar el contenido de forma explícita", dice el responsable de cuadros como Oleaje, Magma y Canícula, todos incluidos en esta exposición.

Además, la muestra incluye tres pinturas de gran tamaño, pertenecientes a su exposición anterior -Paisaje herido (2010)-, en la cual Villalobos comenzó a dejar de lado la definición y contorno de los elementos naturales, para cederle el paso a las manchas.

Fluxus (que en latín quiere decir fluir o flujos) se diferencia de sus trabajos anteriores especialmente por el uso de materiales industriales. Esta vez Villalobos no utilizó en ningún momento pinceles, óleos o acuarelas, sino que más bien se aprovechó de recursos menos convencionales, como brochas, escobas y rodillos como los usados para pintar casas.

Por su parte, las formas se obtuvieron gracias al uso de ventiladores, secadores y al juego con la gravedad y se dibujaron sobre soportes como madera y tela industrial.

El resultado final en los cuadros se logró gracias a barnices, polvos metálicos, pintura asfáltica, así como esmaltes. Todos estos elementos se confabularon para brindarle a las obras mucho color, así como texturas únicas, ricas en variedad y experimentación.

"El soporte dictó el comportamiento de la pintura y le dio vida propia en muchos casos, por lo que yo tuve que intervenir muy poco", comenta el pintor, quien anteriormente ha hecho más de una docena de exposiciones individuales.

Villalobos acepta y justifica que la obras de Fluxus sean enmarcadas en el arte abstracto; sin embargo, asegura que, para él, todas las ideas que plasmó realmente son un reflejo fiel de la naturaleza que tanto lo ha inspirado. "No hay un referente geográfico específico, pero sí son producto de lo que he visto, olido, tocado y sentido en lugares como el parque Braulio Carrillo en las orillas del río Virilla. Siempre estoy buscando charcos o reflejos en el agua", comenta.

Sobre estas mismas obras, el crítico de arte Esteban Calvo comenta: "Se trata del paisaje dispuesto bajo el microscopio. La generalidad del horizonte y las visiones amplias del bosque han dado paso a los colores y texturas del musgo sobre la corteza de un árbol, o tan solo se trata de la interpretación de las sensaciones que experimenta un ser humano dispuesto frente a un ambiente natural".

La exposición de Alejandro Villalobos estará abierta al público hasta el 8 de julio.