Tarzaán

Alejandro Villalobos

Crítica

Paisaje , Pintura, FLUXUS

El tránsito del paisaje natural al paisaje ideal

Por Luis Rafael Núñez Bohórquez | Junio 2012

El paisaje siempre ha sido un tema recurrente en la obra plástica de los artistas de todos los tiempos. Quizás el hombre se explica a sí mismo y se refleja en una naturaleza que lo comprende, pero de la que el artista se aleja para poder entenderla y capturar su maravillosa belleza. El paisaje “per se” es una reafirmación de los parámetros estéticos de cada creador y su época.

Alejandro Villalobos, “Tarzaán” para los amigos(1962), no escapa de este elemento subyugante del paisaje y con su muestra Fluxus. que presenta en el Museo Calderón Guardia, nos plantea una búsqueda de lo esencial en él.

Partiendo de obras que recuerdan su última exhibición Paisaje herido (basado en el terremoto de Cinchona) y sus anteriores exposiciones, el paisaje en Villalobos siempre ha sido lluvioso, húmedo; totalmente tropical y compatible con nuestra propia visión del paisaje costarricense. La génesis de “Fluxus” se complementa con los reflejos de los charcos después de los aguaceros que descomponen la imagen y crean una nueva selva a ras del suelo. De esta manera vemos como va despojando sus paisajes de la referencia figurativa.

Abandona la figura, pero no así la emoción ni la significación del paisaje; su obra sufre una mimesis hacia la depuración de lo esencial partiendo de lo real.

Fluxus es una investigación externa e interna, donde Villalobos se lanza a una búsqueda de ese factor primigenio que compone el paisaje y de su propia forma de interpretación y aprehensión de la naturaleza. Su punto de partida en este viaje es una investigación de los materiales pictóricos, de sus densidades y tiempos de secado. Luego nos plantea una nueva visión del paisaje, el paisaje interno, el cual crea con un sustrato de la figuración y el color anterior a su formación. Esta es la búsqueda de su obra, así como un testimonio de su gran amor por el bosque.

 

Así compone obras de mediano y gran formato que le permiten mostrar su visión totalmente liberada, ya sin asomos de referentes figurativos. Ahora Alejandro nos dirige más hacia un mundo de color totalmente despojado de la forma, y buscando un componente totalmente abstracto, surge una nueva visión del bosque ya más subjetiva, casi una insinuación, pero que de igual manera impacta por su libertad y belleza.