Tarzaán

Alejandro Villalobos

Crítica

Lo Inevitable

Un día el ser humano se detiene frente a la inmensidad de su entorno y se cuestiona, la naturaleza se convierte en paisaje y el espectador en actor, entonces surge el vínculo más complejo de afrontar: el paisaje se puede interpretar como un producto social, la proyección cultural de una sociedad en un espacio determinado que desdibuja los límites entre la contemplación idílica y distante de la naturaleza y la acción reflexiva que obliga al individuo a agregarse en la ecuación que pretende descifrar las verdades ocultas en el medio,en este sentido el paisaje no solo nos permite entender las formas del mundo, también nos invita a desentrañar nuestra injerencia en su construcción.

De ahí que la representación pictórica del paisaje exija una posición de conciencia reflexiva más allá de la visión idealizada de la naturaleza, un ángulo que Alejandro Villalobos desarrolla con ahínco, su trabajo implica darle vuelta a las rocas y leer bajo ellas, ponerle pausa al placer visual y ejercer la lógica sobre las relaciones entre los químicos industriales, las superficies metálicas y la imagen como residuo. Su ejercicio es el de un investigador que a través de la técnica desentraña los misterios del entorno y de las relaciones de la acción contemporánea sobre ese medio, las obras, en este sentido, no se plantean como representación de un paisaje, sino más bien como el residuo de un ejercicio alquímico en el cual el devenir controlado permite poner en diálogo al viento con los barnices sobre diferentes superficies.

La lluvia, la humedad, la luz y el viento son los actores de estas experimentaciones, su existencia queda evidenciada a través de la acción que ejercen sobre los químicos. Cada pieza es un documento complejo que registra la relación entre nuestro desarrollo industrial y los efectos sobre el medio.

El uso de químicos industriales y polvos metálicos nos permite hacer una lectura que desde los materiales se presenta contradictoria, sugerir un paisaje a partir de productos de uso masivo apela necesariamente a una reflexión en la cual tanto el artista como el espectador son partícipes de la construcción del paisaje contemporáneo, de esta manera la obra adquiere un tono irónico sobre la percepción del costarricense y su naturaleza; por un lado la idea diseminada por la publicidad como un espacio tropical siempre verde y soleado, en contraposición con los extendidos periodos de lluvia que afectan con inundaciones y deslizamientos a varias regiones del país.

Así, que este ejercicio pictórico nos fricciona con la apariencia y nos pone en el centro de la experiencia a través de la investigación honesta que inserta al paisaje en renovadas estrategias de la percepción y la sensibilidad, que exigen una comprensión más honda y detenida sobre el papel de la cultura sobre el medio, del artista y su honestidad con las problemáticas de su entorno y, por último pero no menos importante, la reflexión y revisión sobre la responsabilidad del espectador en torno a su paisaje.