Tarzaán

Alejandro Villalobos

Crítica

Paisaje , Pintura

El aullido del artista, la belleza interna a pesar de la destrucción

Por Jim Rodriguez | Noviembre 2007

Alejandro Villalobos -también conocido como Tarzaán- es un artista con un sobrenombre, un individuo con la personalidad de un luchador un alma solitaria en presencia de la destrucción donde es capaz de encontrar la belleza en medio del agotamiento. El es Trazaán Visions, un temerario en el templo de la esperanza.

Y permítame decirle algo más, entre todos esos entusiastas por la recuperación y la esperanza que van desde predicadores hasta artistas espirituales, Alejandro Villalobos es un artista totalmente pesimista. Tómelo o déjelo, este individuo con el sobrenombre de Tarzaán y aún así el artista es definitivamente un nuevo guerrero con el concepto de belleza como espada, para afrontar esta era de terminal. Ve el planeta como un todo e interpreta el mundo industrial y la creciente contaminación y destrucción de todo el sistema de vida tal y como lo conocemos. Luego transmite esa carga al bosque profundo, donde la espesa vegetación y complejos caminos nos llevan hacia una luz distante que emerge de entre las sombras.

Tenemos dos opciones, ya sea conquistar el espacio exterior antes de que muramos en este planeta o aceptar la muerte y la aniquilación con dignidad y autocrítica, admitiendo así que estamos condenados porque no supimos como detener nuestro proceso de destrucción del planeta. El planeta está muriendo dice Tarzaán y él no se une a ningún movimiento ecologista, al contrario, mira a su alrededor y recoge las piezas de desecho para proponer así belleza en medio de la destrucción.

Tarzaán es un artista con una técnica consistente, un investigador siempre con orientando con su brújula rigurosa y sistemática, creador capaz de ajustar su lenguaje a los instrumentos y herramientas disponibles de la era. Escoge el bosque y el paisaje verdoso como el sumario de la perfección mientras que las herramientas que utiliza para crear belleza son elementos de la destrucción. Después de tantos trabajos grabados en lienzos telas y tantos tonos derivados de su paleta de colores, ahora propone otro tipo de superficie y otra paleta de color. Es pesimista pero intenso, usando como lienzo una nueva superficie de aluminio y como color la triste oscuridad del asfalto. Es un artista de confrontación, nada contra la marea y vence la adversidad.

Paisajista desde hace mucho tiempo, su trabajo siempre ha estado unido a la relación del ser humano con la naturaleza. En la actualidad, en lugar de una propuesta romántica, el artista asume su papel como intérprete de su propia era al escoger esos elementos que son causantes de contaminación y aniquilación para recrear sus posibilidades y al insinuar bosques profundos y ramas de ios árboles, donde no hay más que materiales urbanos. Estará demente o acaso estará viendo espejismos en el desierto? Júzguelo usted mismo.

Alejandro Villalobos ha tenido que ser un erudito antes de convertirse en artista, y ahora se convierte un creador con una intención, pero no quiere estar atado a nada, su misión es ser consistente con el pesimismo sobre el destino de los recursos naturales.

Su acercamiento al bosque en esta nueva propuesta es abstracto y básico, más sugestivo que descriptivo. Su trazo es intenso, su paleta de color es monocromática mientras que la luz proviene del reflejo que produce la superficie del aluminio.

Desde sus primeros años, Tarzaán ha mantenido una búsqueda del lenguaje correcto para expresar su admiración por la naturaleza, pues en ella ve poder, fertilidad y renovación. Y a pesar de su pesimismo, no cabe duda de que el artista continúa admirando el poder de la naturaleza, a pesar de la destrucción humana.

Y cómo puede uno ser pesimista y ver esperanza a la vez? Este artista posee la particularidad de usar su pesimismo como una herramienta útil para sugerir belleza aún en los peores escenarios; siempre hay esperanza mientras poseamos la capacidad de crear belleza. En otras palabras, nos sugiere una especia de introspección, una exploración interna en busca de la belleza que llevamos dentro.

El ve estos tiempos de industrialismo y recursos tecnológicos y escoge componentes de la actualidad que utiliza como herramientas para recrear el bosque, sus frescas cascadas, los caminos ocultos tras la espesa vegetación y más aún ver luz donde no solo hay oscuridad y vacío.

Un hombre del bosque tropical que ha visto el mundo y ha intercambiado experiencias con artistas y críticos de Nueva York como también en otras ciudades importantes donde el arte florece alrededor del mundo, no podía haber escogido otro sobrenombre. Él es Tarzaán, el artista cuyo discurso evangelizador es el aullido de la belleza interna en medio de la destrucción. Su arte no refleja la naturaleza, al contrario recrea lo que queda de la naturaleza en los ojos de nuestras mentes. No es apocalíptico, es apostólico, su bosque es el que queda donde no existe más que sobrevivencia... un ejercicio de la mente.